Nos quieren donde estábamos
hace años.
Nos quieren con la vista en el piso,
la piel como un símbolo de lo que no somos
porque no somos eso que quieren:
no somos carne de trabajo,
no somos manos sin cabeza,
no somos pies que ellos manejan.
No somos eso.
Somos río y tierra y bosque
y el tiempo entendido como un círculo.
Somos palabra
en lenguas que ellos no conocen,
lenguas
que suenan a agua, a correntada.
Somos
esta esperanza.
Por eso, porque nos quieren donde estábamos,
esta sangre,
estas calles manchadas,
este silencio
sembrado de grito,
sembrado de espanto.
Por eso.
Nos quieren donde estábamos
hace años, sí.
Pero nosotros
nos conocemos.
No somos eso.
Somos este paso conjunto,
este puño cerrado.
Somos esta manera de pensar la Tierra.
Y respiramos,
quinientos años después,
seguimos respirando.
Poema de Márgara Averbach
Bolivia, 10 de noviembre, 2019